DEPORTES

No es Flick, es Blake

Saben ustedes que desde que se anunció la contratación de Hans-Dieter Flick como entrenador del primer equipo, un servidor, no solo celebró la decisión, sino que la aplaudió con las orejas. Se me antojaba un técnico diferente, y creo que la entidad lo reclamaba y lo necesitaba. Una nueva cultura, un nuevo idioma, una nueva liga de procedencia, un nuevo fútbol y, probablemente, una nueva forma de entender el esfuerzo, el compromiso y el sacrificio hasta dar con una concepción deportiva que poco o nada tendrá que ver con lo que habíamos vivido hasta la fecha.

Los que realmente estamos ilusionados, que somos muchos, sentimos como los grilletes de la historia se aflojan de sopetón, y nos abrimos a poder concebir la competitividad bajo una nueva mirada. En las redes, los que nos sacamos la careta y hablamos de libertad para definir y optar por nuevos estilos, hemos tenido que soportar (tampoco ha sido ningún drama) como cretinos bajo pseudónimos o maleducados soberbios con nombre y apellidos, nos intentaban con poco éxito faltar o insultar. “Cap problema!” Es el precio que debe pagarse por ir de frente y dar la cara…

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Y ayer, por fin, el momento más esperado: Flick se presenta ante el ‘Agamenón’ del país: Su santidad la prensa. 

Lo primero que me sorprendió es la inteligencia y la astucia del alemán, y es entonces cuando empecé a entenderlo todo. Le dijo al presidente lo que el presidente necesita escuchar, le contó al socio lo que precisaba oír y al aficionado internacional lo que este reclamaba después de tanto fiasco, y una vez repartido el maná, él hará lo que tenga previsto y que no tiene intención alguna de explicarnos. Lo tengo claro: Cuando él decida, ya lo descubriremos sobre el verde.

¿Y a la prensa? A la prensa la duerme, pero no por aburrimiento. ¡Qué va! Lo hace técnicamente. ¿Recuerdan al gran Anthony Blake, el mentalista? ¡1, 2, 3… Duerme! Y la víctima quedaba irremediablemente aletargada hasta caer en un profundo sueño ante las cámaras…

Y eso hizo Flick: Gestionó a los periodistas (que pusimos nuestro granito de arena con alguna pregunta vergonzante) como si fuéramos invitados al plató del “1, 2, 3. Responda otra vez”, y nos sumió en el más profundo de los sueños. Tantos días esperando para nada. Flick (o Blake) es un genio, y nosotros, pobres mortales, vamos a ser sus colaboradores, no su público.

Solo me queda una duda, el traductor. ¿Alguien ha ido a despertarlo? Porque de cada cuatro frases, tradujo una, no sé si por falta de pericia profesional o por ser, también él, víctima de este nuevo prestidigitador. 

Estamos ante un mago. ¡1, 2, 3… Duerme!

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