Masterchef vuelve a liarla con la salud mental y se sirve de la polémica para generar más contenido
Antes de entrar en ‘Masterchef’, Tamara Galimova era conocida por sus vídeos sobre finanzas y política en TikTok e Instagram, redes en las que acumula varios cientos de miles de seguidores. Desde que el jueves pasado se viralizó el corte de su salida del programa por «no sentirse bien» y la bronca que le echaron Samantha Vallejo-Nágera y Jordi Cruz, Galimova se ha convertido en el centro de un nuevo debate sobre salud mental. Las redes se preguntan si este tipo de contenidos —aleccionadores con los concursantes— deben tener cabida en la televisión pública, al tiempo que los expertos lamentan que se sobrerreaccione para generar contenido. «¿Hasta qué punto se está instrumentalizando la propia salud mental?», se pregunta Javier Prado, presidente de la Sociedad Española de Psicología Clínica (Anpir),
Tanta repercusión ha tenido el clip —y la respuesta de Cruz, que la amonestó por haber quitado la oportunidad de participar a otra gente y le dijo «puerta»— que RTVE decidió borrar el programa de su plataforma ‘online’ y reforzar «los controles internos para evitar episodios similares». «RTVE reitera su compromiso con la salud mental», decía la corporación en el comunicado. Es la primera vez que el canal público reacciona así ante un contenido polémico de Masterchef, pero no es la primera vez que sus presentadores denigran a un concursante.
En 2021, la productora del programa (Shine Iberia) emitió un comunicado a raíz del suicidio de Verónica Forqué, concursante cuya salud mental fue explotada en pantalla. Forqué abandonó el concurso a las puertas de la final «por agotamiento» y meses después se quitó la vida. Consejeros de RTVE pidieron revisar los brutos de las grabaciones para saber si Shine tuvo alguna responsabilidad.
En la edición de 2020, Saray Carrillo —una concursante gitana y transexual— se rebeló contra las humillaciones de Cruz y presentó como plato una perdiz sin desplumar que le valió la expulsión. Carrillo contaría en una entrevista posterior que «el pájaro muerto fue una forma de protesta» y que lo pasó muy mal viendo el programa emitido. Shine la demandó por saltarse el contrato de confidencialidad; el proceso se resolvió con un acuerdo por el que ella tuvo que disculparse en redes sociales.
«Masterchef se basa en poner a los concursantes bajo presión extrema. Esa es la fórmula, incluso en la versión para niños. Es parte de su receta del éxito. Otra cuestión es si la televisión pública debería jugar a esto», valora el experto en comunicación y profesor la UOC Ferrán Lalueza. «Los participantes pasan por el aro y aceptan el peaje. El problema aquí ha estado en que una participante no tenía el objetivo de trabajar en la cocina. No tenía vocación gastronómica ni vocación de aguantar lo que le echaran. De manera muy razonable, decidió no aguantar una situación que la incomoda».
Galimova es ‘influencer’ y trabaja como consultora en una empresa de asesoramiento financiero. En su perfil comparte vídeos con contenido motivacional y pseudoconsejos de ahorro —»¿Eres pobre? ¿No tienes dinero? ¡No! Lo que haces es ir al bar todas las mañanas, fumas, compras mierdas… y te fundes cien euros al mes. Tú vive como quieras, pero no digas que eres pobre»— y gestiona citas para dar más pautas de inversión en privado. El Periódico de España, del mismo grupo editorial, contactó y le solicitó una entrevista, pero su asistente redirigió a Shine Iberia. La productora obliga a los concursantes a gestionar cualquier contacto con medios a través de ella. Shine no respondió a diversas solicitudes de información. Televisión Española ha dicho que no tiene «nada que comentar».
«Todo formaría parte de la normalidad, pero se les ha colado alguien a quien le chirría el contenido del programa», continúa el profesor. «Los presentadores deberían hacer frente al programa con cierta profesionalidad. Cruz le dice que le ha quitado la oportunidad a gente, lo cual es una falacia, porque como mucho ha dejado fuera a otra persona. Ella tiene derecho a irse si está incómoda. Aunque forme parte de su personaje, Cruz es una figura muy arisca. Habría que ponerle cierto límite. El problema es que a partir de aquí la cosa se desmadra y se convierte en tema de tertulia nacional. Se da por hecho que la concursante tiene problemas de salud mental, cuando ella no lo explicita, y entra hasta la ministra de Sanidad. No había ningún indicio para pensar que esta era la situación».
Todo por el ‘engagement’
Tras el episodio —que, según indicó la productora, fue supervisado por RTVE y aprobado para su emisión— la concursante subió un vídeo a su cuenta de Masterchef (distinta a la de ‘influencer’ de finanzas) en el que contó su versión. «El constante enfrentamiento entre compañeros, rascar salseo, que se debata a quién quiero más, no aprender cocina… Son algunos de los motivos por los que decidí irme del programa», dijo. «Hay quien dice que fui buscando la fama. No es por dármelas de diva ni mucho menos, pero en la calle se me reconoce por mis vídeos de finanzas, no mi paso por Masterchef. Les he generado yo más ‘engagement’ (repercusión) a ellos que cualquier otro concursante hasta el momento».
Pero el contenido y el ‘engagement’ no cesaron ahí. Tras varios días de polémica en redes, después de que RTVE se pronunciara y eliminara el vídeo, Galimova subió una fotografía con Jordi Cruz anunciando que harían una tarta juntos. El domingo a las 12 de la mañana. Los protagonistas hicieron un directo en Instagram en el que Galimova aseguró no tener ningún problema mental —»el tema de la salud mental es algo muy delicado y creo que se han pasado muchísimo: yo de salud mental estoy fantástica»— y Cruz se justificó. «Me pongo muy intenso en Masterchef. Yo suelo decirle cosas con carácter a personas que tienen carácter. Tamara es una persona con carácter (…) En Masterchef queremos que descubráis el mundo de la cocina, pero es un programa de televisión. Estamos haciendo tele».
Lalueza considera que a Cruz «se le ve muy incómodo y apenas deja hablar a la concursante. Es un vídeo de autobombo. Alguien le ha recomendado que sea coherente y salga con la persona afectada, como quiso hacer Rubiales con Jenni Hermoso. Hermoso no cayó en la trampa, pero Galimova tenrá sus motivos para salir. Mi percepción es que ella también quiere reivindicar su estado de salud mental, porque la gente ha podido pensar que el programa la ha comprometido».
Prado lamenta que la conversación sobre salud mental quede reducida a la generación de contenido. «Está bien que nos replanteemos las fórmulas de trabajo y vida, las autoexigencias, que quizá haya que ir un poco más despacio. Desde la perspectiva del autocuidado, está bien priorizar estos valores. En el programa se perdió la oportunidad de validar un malestar y naturalizar una situación: que cuando uno está mal, tiene que parar», explica. «Desde 2020, la salud mental está en la agenda pública, pero mi posición es un poco agridulce. No se trata de la manera adecuada, se queda en cuestiones superficiales. Lo importante sería centrarnos en los trastornos graves: psicóticos, de la personalidad, de la conducta alimentaria… Todo eso queda invisibilizado en una maraña de autodenominadas ansiedades y depresiones que muchas veces son malestares. Hay intereses, porque crece muchísimo el relato de que todo el mundo necesita ir al psicólogo».
Para Prado, «igual la televisión pública tiene que tener un mensaje más cariñoso, aunque conviva con valores competitivos», pero la salud mental «es un debate muchísimo más amplio en el que seguimos fallando. No quiere decir lo uno o lo otro, pero hay cuestiones que apenas tienen visibilidad y tratamiento». Lalueza lo ve más o menos igual. «La salud mental es muy importante y tenemos indicios de que va a peor, pero nada hace pensar que esta persona tenga problemas. Con la sobrerreacción de la ministra el tema se ha ido embrollando hasta que ha habido que reconducir la imagen de Jordi Cruz».