DEPORTES

Las lágrimas de Messi y Cristiano

Messi, llorando tras la lesión de tobillo y ser sustituido / SPORT

Cuando un deportista alcanza su ‘prime’, sus victorias parecen inevitables, el resultado del orden natural de las cosas. Sucede ahora cuando se ve a Carlos Alcaraz en una pista de tenis o a Tadej Pogacar pedalear por las carreteras de Francia. Todo el Tour ha sido una exhibición del esloveno, pero la etapa del viernes con final en Isola 2000 (una cima con reminiscencias indurainistas para los más veteranos de las tardes de julio al albur del Tour) fue caso aparte, un recital. Cuando un deportista alcanza esta dimensión, no queda más que aplaudir. Sucede algo parecido en los grandes momentos de los deportes de equipo, coreografías perfectas inalcanzables para los adversarios. El gran Barça de Guardiola alcanzó esta categoría en un puñado de partidos para la historia, como el 2-6 del Bernabéu, la final de Champions de Wembley contra el Manchester United o la final de la Intercontinental contra el Santos.

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