Hecatombe acabó con la mitad de la población de una especie de aves en Alaska, científicos culpan al cambio climático
Imagina que, en un solo año, la población en México decrece de los 125 millones de habitantes que tiene actualmente a solo 63 millones, todo ello debido al cambio de temperatura.
Una tragedia de este tamaño ocurrió entre 2015 y 2016 en Alaska, pero no fue entre humanos, sino en la población de arao común, una especie de ave que registró 4 millones de decesos en ese pequeño espacio de tiempo.
Según un estudio publicado en la revista Science, la población de esta pequeña ave, parecida a los pingüinos y que necesita consumir por lo menos la mitad de su peso corporal en alimento cada día, decayó de 8 millones a solo la mitad en un año.
Los investigadores creen que el aumento inusual de las temperaturas en los océanos, que en ciertas regiones llegaron a dos grados centígrados, fue el principal responsable de la mortandad, considerada la más importante de la historia para una sola especie.
Una catástrofe en cadena
Debido a las pavorosas dimensiones del fenómeno, los científicos creyeron durante años que la cifra arrojada se debía a un error de computadora. Sin embargo, recientes investigaciones demostraron que los números eran correctos.
El evento provocó nuevas investigaciones, las cuales arrojaron resultados aún peores: durante la ola de calor de 2016, alrededor de 7 mil ballenas jorobadas desaparecieron de los mares, además de alrededor del 70 por ciento del bacalao en el Océano Pacífico, lo cual provocó el cierre de numerosas piscifactorías.
Los resultados del estudio, liderado por el científico Steve Barbeaux, demostraron que el aumento en solo dos grados de la temperatura del océano fue el causante de la muerte del plancton marino, lo que provocó el colapso de prácticamente toda la cadena alimenticia.
Apodada la “Mancha Voraz”, como la película de los años 50, esta ola de calor abarcó 4 millones de kilómetros cuadrados, desde la Península de Baja California hasta las islas Aleutianas, en Alaska.
No los mató el calor, sino el hambre
Contrario a lo que se pudiera pensar, no fue el calor en sí mismo el responsable de la muerte de muchas especies, sino la aceleración de su metabolismo, lo que ocasionó que comieran de más, depredando su entorno.
“Aún cuando algunos cardúmenes declinaron, el agua caliente provocó una consecuencia secundaria en las criaturas de sangre fría, de los copépodos al bacalao. El calor disparó el metabolismo de los animales, forzándolos a comer más para mantener sus cuerpos funcionando, justo en el momento en el que sus presas se tornaban más escasas”, explica Barbeaux.
Las hecatombes podrían ser más constantes
A ocho años de la “Mancha Voraz”, la población marina de la región aún no ha logrado recuperarse. Desde los pequeños microorganismos hasta las ballenas, pasando por aves y otras especies, no se han recuperado y el mar se está volviendo a calentar.
“Si las condiciones en el mar son buenas, pienso que hay esperanza. Nuestro principal temor es que creemos que este tipo de eventos se hará más común y no hemos visto todavía signos de recuperación, ocho años después del evento”, explicó Heather Renner, bióloga del Refugio de Vida Silvestre Marítima de Alaska, en entrevista para The New York Times.
Sigue leyendo:
Estos son los dos países de todo el mundo que poseen acceso a tres océanos
Hay riesgo latente de una nueva pandemia, asegura Secretaría de Salud de Jalisco
Adiós al Ártico: la ciencia confirma la cercana fecha del fin del hielo en esa zona
Fuente heraldodemexico.com.mx