DENUNCIA VÍCTIMAS DANA AUDIENCIA NACIONAL
97 familiares de víctimas de la riada en la Comunidad Valenciana y Castilla-La Mancha se han sumado ya a la querella que la asociación SOS Desaparecidos presentará a principios de febrero en la Audiencia Nacional. La denuncia, dirigida contra el gobierno de la Generalitat valenciana, el central de Pedro Sánchez y varios ayuntamientos por los supuestos delitos de homicidio imprudente, negligencia y omisión de deber de socorro, contará también con testimonios de otros supervivientes y trabajadores de servicios de emergencia.
Joaquín Amills, presidente de SOS Desaparecidos, explica al canal de investigación y sucesos de Prensa Ibérica algunos de esos testimonios que ya están recabando. «Es muy llamativo que la tarde de la dana muchos trabajadores de servicios de Emergencia, bomberos, de Protección Civil, ambulancias… se personaron por su cuenta en sus bases. Nadie les convocó, nadie se lo ordenó, pero ellos fueron a sus bases por lo que estaban oyendo en grupos de whatsapp, redes sociales… Ellos mismos se pusieron en prealerta».
«Todo controlado»
El testimonio de uno de esos trabajadores es especialmente sangrante. «Habló con su jefe directo y le dijo que había crecidas, inundaciones serias. El jefe le dijo que esperara, que iba a consultar con un superior. Luego le llamó y le dijo que estaba todo controlado«, explica Amills.
Tiempo después, hacia las seis y media de la tarde, ese trabajador de Emergencias vuelve a llamar a su jefe, esta vez con un mensaje más urgente: «Le trasladó que le estaban diciendo que había muertos, que el agua arrastraba ya coches y cuerpos», añade.
Amills afirma que «el hombre llegó incluso a enviar a su jefe un vídeo donde se cómo el agua arrastra el cuerpo sin vida de un hombre. Luego le dijeron que lo que se veía que se llevaba el agua no era una persona, que era un maniquí. Que el vídeo no era real, que era un bulo«.
Abandonados
Los relatos y testimonios de los familiares de las víctimas que se incluirán en la denuncia coinciden en lo esencial. Nadie avisó. Fueron abandonados. Sus familiares podrían estar vivos, deberían estar vivos. La emergencia de la Generalitat valenciana llegó a los ciudadanos a las 20:11 horas de aquella tarde noche. La denuncia de SOS Desaparecidos tiene claro que «a esa hora, ya habían muerto las 223 personas que murieron en la riada. Y decimos murieron en la riada, porque por la dana no murió nadie», subraya su presidente Joaquín Amills. Durante este mes de diciembre, Amills ha estado dos veces en los pueblos afectados. Se reunió con familiares de las víctimas para escuchar su testimonio y preparar la denuncia.
El relato de la tarde del 29 de octubre que figurará en la denuncia ante la Audiencia Nacional incluirá también el colapso del teléfono de emergencias, el 112, en la Comunidad Valenciana. «A partir de cierto momento, los ciudadanos angustiados que llamaban recibían por respuesta el mensaje grabado de que «el número marcado no existe«, indica Amills. La hermana de una víctima llamó desesperada desde su lugar de residencia, un pueblo de Castilla La Mancha. Allí sí funcionaba el 112. «Mi hermana se está ahogando, vayan a salvarla». Le dijeron que era imposible contactar con Valencia. Su hermana murió.
El barbero de Catarroja
Rosa perdió a su padre, Manuel Álvarez, en la riada. Durante el funeral, ella estuvo varios minutos hablando con la Reina Letizia. «Desde el primer momento yo sé que mi padre no murió por la dana, mi padre no murió por causa natural. No me gustó lo que dijo monseñor Benavent en el funeral de una catástrofe natural», explica a este canal desde su pueblo, Catarroja.
El relato de Rosa, que forma parte de la denuncia de SOS Desaparecidos, habla de indefensión y de abandono, como el del resto de las víctimas y sus familias. Su padre, barbero jubilado, vivía muy cerca de ella, en Catarroja. Tenía 80 años y ese día le enseñaba feliz los positivos resultados de una analítica que le habían hecho en el centro de salud.
A las cuatro de la tarde, el padre de Rosa le llevó unos rovellons (níscalos) y sacó a Kira, la perra de la familia, a dar un paseo. «Luego, hacia las cuatro y veinte, se fue a su casa. Hablé con él tres veces por teléfono desde entonces. Todos hacíamos vida normal, nadie avisó, nadie estábamos pendientes de nada”, recuerda Rosa. «Una amiga de Chiva me avisa luego de que el barranco va con mucha agua, me dice «se está saliendo el barranco». Nadie sabía nada de lo de arriba y pensamos que sería como otras veces, otra barrancada», continúa la mujer.
«Que se vuelva la xiqueta»
Poco después, ella ve desde su casa que el barranco trae más agua de lo habitual. Vuelve a llamar a su padre. Lo del barranco va en serio. Su marido, Eduard, y su hija Aitana, la nieta de Manuel, salen hacia casa del abuelo para recogerlo. «Le vuelvo a llamar y le noto mucha angustia ya», explica, «me dice: no he visto nada igual en mi vida. Ya todo era un mar, venían coches con la riada. Y mi padre me dijo: la xiqueta, que se vuelva la xiqueta”, recuerda. El hombre quería que su nieta se pusiera a salvo. Su hija le dijo entonces: «Papá, súbete a la terraza». El agua rompió la mediana de la casa y arrastró a su padre.
Aquella tarde, Rosa llamó tres veces más a su padre, tres llamadas perdidas que aún guarda en su teléfono. «El aviso llegó a las ocho y once. A esa hora todos estábamos ya en el segundo piso, había coches arrastrados que golpeaban contra los bajos. En nuestro garaje entraron dos coches, lavadoras, neveras, televisores…”. Muy cerca de allí estaba el cadáver de su padre. Cuando un vecino les avisó, Rosa fue corriendo, pero no la dejaron acercarse. Su marido identificó el cuerpo. Era Manuel Álvarez.
«Murió mucha gente mayor que no salió de casa, que hizo lo que le decían, que siguió todas las instrucciones», denuncia Joaquín Amills, presidente de SOS Desaparecidos
Joaquín Amills concluye que «se podían haber evitado muchas muertes. No todas, porque siempre puede haber algún despiste o alguna imprudencia, pero muchas de las muertes eran evitables. Murió mucha gente mayor que no salió de casa, que hizo lo que le decían, gente que iba tan tranquila con el coche, que volvía de trabajar…” La denuncia de SOS Desaparecidos se dirigirá contra las tres administraciones y revisará «lo que se hizo y lo que no se hizo en los últimos diez años», anuncia.
Rosa, la hija de Manuel Álvarez, el barbero de Catarroja, recuerda el terror de aquella tarde noche y también la indefensión de los vecinos. «Vimos a diez, doce personas delante del centro comercial, estuvieron subidas hasta las cuatro o cinco de la mañana. Había una señora con un perro… Fue dantesco y surrealista, en pleno siglo XXI, en un país moderno. ¿De verdad puede pasar esto en Europa?: 223 muertos, tres desaparecidos, más de mil personas salvadas in extremis… Mi padre se llamaba Manuel, Manuel Álvarez, de Catarroja, y no murió por una catástrofe natural».