Casa natal de Hitler se convierte en comisaría policiaca entre fuertes medidas de seguridad

La casa natal de Adolf Hitler en Braunau está siendo reconstruida actualmente, después de muchos proyectos no concretados para darle y será reconvertida en una comisaría de Policía en los próximos dos años, informó esta semana el portal de la radio pública austriaca Österreichischer Rundfunk (ORF).

Sin embargo, las obras se realizan bajo fuertes medidas de seguridad, en las que se incluye una vigilancia permanente para que no sean robados objetos, debido a que el edificio ha atraído repetidamente a neonazis y extremistas que podrían desear quedarse con algún souvenir.

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Destruyen escombros y los mezclan con los de otras obras

Los escombros de la construcción se trituran en el lugar y se mezclan con los escombros de otras obras. Además, un servicio de seguridad vigila durante todo el día la obra en el barrio de Braunau, en Salzburgo.

Según ORF, desde el punto de vista de la policía y del Ministerio del Interior, se trata de una obra especial. Todas las empresas contratistas también son conscientes de que la ubicación es «históricamente significativa». En la licitación ya se habló de los escombros de construcción y de su posible uso ilegal. Hasta el momento no se han producido robos de escombros de construcción, según la policía.

Años de polémicas en torno a la casa de Hitler

La casa natal de Adolf Hitler en Braunau ha sido objeto de una intensa controversia y debate desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Su historia está marcada por la lucha entre los intentos de preservar la memoria histórica y evitar que se convierta en un lugar de culto para los neonazis.

Tras la anexión de Austria al Tercer Reich en 1938, los nazis adquirieron la casa con la intención de convertirla en un centro cultural dedicado a Hitler. El régimen nazi la utilizó como un lugar de peregrinaje y propaganda, exaltando la figura de Hitler.

Después de la Guerra, la casa volvió a manos de sus antiguos propietarios. Durante décadas, el edificio tuvo diversos usos, como biblioteca, escuela y taller para discapacitados. Sin embargo, siempre estuvo marcada por su pasado y su potencial como un lugar de culto para grupos extremistas.

En 2016, el gobierno austríaco expropió la propiedad para evitar que cayera en manos de neonazis. Finalmente, en 2019 se decidió convertir la casa en una comisaría de policía y un centro de capacitación sobre derechos humanos. Esta decisión buscaba neutralizar el significado simbólico del edificio y evitar que se convirtiera en un lugar de peregrinación para los seguidores de Hitler.

A pesar de esta decisión, la controversia persiste. Algunos críticos argumentan que cualquier uso de la casa la mantendrá en el centro de atención y podría seguir atrayendo a grupos extremistas.