¿Quién pone los motes de los delincuentes? El Piojo, Chucky, La Pantoja…
La Pantoja murió asesinada por una ráfaga de ametralladora en las calles de Madrid hace 20 años. Había nacido en Bulgaria y llevaba mala vida hasta que sus compinches le ajustaron las cuentas. La Pantoja era como llamaban sus amigos y algunos enemigos a Petrovic Murolov, un delincuente que tenía mucho vello en la cara. Lo rebautizaron así a principios de siglo XXI, en los años de los escándalos de Marbella, la tonadillera y el alcalde.
A veces los motes de los delincuentes se los ponen sus amigos, la gente del barrio; otras veces son los policías que los persiguen. CASO ABIERTO, canal de investigación y sucesos de Prensa Ibérica, ha consultado a decenas de ellos para explicar los motes más conocidos y los más divertidos.
Madonna y Mortadelo
La televisión, el cine y los dibujos animados son fuente de inspiración para muchos motes de los criminales. Así, La Madonna era un chorizo que cada vez que era detenido cantaba con mucha soltura sus delitos y los nombres de sus cómplices.
El personaje más célebre de las historietas españolas, el Mortadelo creado por Francisco Ibáñez, ha dado nombre al menos a tres delincuentes distintos. El primero fue un etarra, Ignacio Echeverría, acusado de seis asesinatos. También llamaban Mortadelo a un joven de 23 años que se hacía pasar por vigilante de seguridad en Rodalies en Barcelona. Antes, durante la pandemia del covid, había fingido ser enfermero y neurocirujano. El tercer Mortadelo del mundo del crimen fue un madrileño amante de los disfraces y atracador de farmacias.
El libro de la Selva
Uno de los terroristas que causó la matanza del 11M en Madrid y luego se suicidó en la casa de Leganés, Jamal Ahmidan, era conocido como Mowgli, el niño de El Libro de la Selva, en los ambientes de trapicheo de drogas y robos que frecuentaba antes de convertirse a la yihad.
No hay ladrón que se precie (alunicero, de camiones, en centros comerciales, butronero…) que no tenga un apodo. Casi siempre se lo ponen en el barrio. El más famoso, Jonathan Moñiz, es El Piojo para sus colegas y los policías que lo han perseguido durante años, la última vez cuando se fugó de la cárcel de Valdemoro. Le pusieron piojo por lo escurridizo y lo difícil que es atraparlo.
Ladrones respetados en el barrio y la cárcel son El Bubu, (en honor al compañero del oso Yogui), el Teletubbie, de ojos tan saltones como el personaje de la tele, y el Chucky, menos diabólico que el muñeco pero bastante dañino y violento
Ladrones de prestigio, respetados en el barrio y hasta en la cárcel cuando viven allí, son el Bubu (posiblemente bautizado así en honor al compañero del oso Yogui), el Teletubbie, de ojos tan saltones como el muñeco, el Chucky, menos diabólico que el muñeco pero bastante dañino y violento en sus robos.
El Taca, El Troll
A veces los motes son poco respetuosos con los ladrones. El Taca, un alunicero muy famoso, fue nombrado así por su mala fama a la hora de pagar a los compinches de sus golpes. El Troll, otro de los clásicos de la delincuencia madrileña, no es muy agraciado físicamente.
Los rasgos físicos o algunas aficiones más o menos confesables explican los apodos de otros criminales. El Chopped es un artista del robo que trabajaba con el clan de los Gordos. No se sabe qué hay de cierto en la leyenda sobre un rasgo físico de otro ladrón de Madrid al que sus amigos llaman PijaPlátano. Más delicado sería investigar el motivo del apodo del que fue uno de los mejores ladrones de ganado en España, el Follaburras.
El otro Fernando Alonso
El Filete es un fino delincuente que esperaba a que cerraran los centros comerciales para colarse y robar cajas fuertes. Por el contrario, El Toci (El Tocino) tenía problemas de peso de adolescente. Hoy es un cotizado piloto en el mundo del hampa aunque no tiene carné de conducir. Se ha rebautizado como el Fernando Alonso de los aluniceros y cuelga videos en Tiktok.
El deporte ha sido siempre otra de las fuentes de inspiración para los usa o aka de los criminales. Desde Fittipaldi, hábil conductor y compañero de generación de El Vaquilla y el Torete, hasta Los Kubalas, uno de los clanes de delincuentes quinquis de la nacional bautizado así por la pasión de uno de ellos por el exjugador del Barça y exseleccionador de fútbol.
Años después, cuando la Guardia Civil puso en marcha la operación Puerto contra el dopaje en el deporte, comprobó que al doctor Eufemiano Fuentes le llamaban Asterix, porque hacía las «pociones mágicas» para sus clientes. A uno de sus colaboradores, integrante entonces del equipo ciclista Kelme, le bautizaron como Macario por su parecido con el muñeco unicejo de José Luis Moreno.